A veces, más de las que creemos,
la poesía se pasea ante nuestros ojos,
inadvertida, como de tapadillo.
Pero la poesía tiene más de un rostro, cuerpo,
y hasta cabalga en el viento.
Convive en nuestras casas, detrás de los espejos,
sonríe, llora y duerme en cama estrecha.
Sale por la calle, de día y de noche,
vestida sí, no sólo con palabras,
materializada como objetos cotidianos,
cual camaleón en todo lo que creemos, queremos o despreciamos,
en beso con lengua, en mordisco fiero.
Palabras untadas en óleos,
coloreando un río de silencio,
pintando en el suelo, un museo de sentimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario